 | | Un fanático de Tungurahua pintó el nombre del grupo en la bandera de su provincia. | | Los espectadores comenzaron a hacer fila desde tempranas horas de ayer. | | Con sombrillas y trajes especiales para la ocasión, los jóvenes esperaban la hora para ingresar al escenario del evento más esperado por los roqueros. | | Cientos de policías fueron asignados ayer al concierto de Iron Maiden, para garantizar la seguridad de los fanáticos que asistieron masivamente. | El concierto de Iron Maiden congregó ayer a miles de jóvenes de todo el país, que se movían como una mancha negra sobre el asfalto de Chillogallo. La mayoría salió temprano para ganar puestos, pero algunos, como Ramón Vera y sus amigos, llegaron de Guayaquil el domingo y esperaron, pacientemente, soportando el frío que muerde hasta los huesos en el sur de Quito, para ser los primeros de la fila interminable, que se formó en el ingreso al estadio del Aucas. Cuando tomaron posesión de sus puestos, sobre las gradas colocaron dos banderas de Guayaquil, que llevaban el logo de Airón Maiden en la mitad. No les importó nada, pues la ilusión de ver a sus ídolos les ayudó a soportar varios días a la intemperie. Durmieron en carpas sobre el piso helado, comiendo poco y jugando cartas "para matar el tiempo".
Pero los fanáticos no eran solo de Guayaquil, también llegaron de Ibarra, Latacunga, Ambato, Cuenca, Manta, Esmeraldas y otras ciudades.
Los provincianos llegaron muy temprano a la terminal terrestre, de donde se trasladaron en grupos al estadio, esparciendo su alegría por las ventanas de los buses.
Vestido de negro y con el pelo largo, Fabián Heras, conocido como "Mac Giver", llegó desde Cuenca, junto a sus amigos para ver el espectáculo de Iron Maiden.
Ellos agitaban sus banderas en las afueras del estadio, mientras esperaban que se abran las puertas para ingresar.
"Esperé más de 20 años para ver este concierto", dijo Heras, mientras mostraba su boleto que compró con un mes de anticipación. Para viajar a Quito, Heras pidió permiso de dos días en su trabajo.
Los jóvenes capitalinos no se quedaron atrás. Muy temprano salieron en grupos de luto a las esquinas para esperar el bus que los lleve al estadio del "ídolo" para el ansiado concierto.
Muchos eran estudiantes, que se "hicieron la pera", pues en las paradas del colectivo sacaban de sus mochilas las camisetas negras y guardaban el uniforme.
Una vez en las gradas, los más entusiastas comenzaron a gritar: "olé, olé, olé, oleee, Maiden, Maidennn".
La seguridad estaba garantizada. Según el jefe distrital de Policía, Iván Rivera, un total de 800 uniformados dio seguridad en el interior y en el exterior del estadio del Aucas, que estaba a reventar cuatro horas antes del concierto.
Los agentes policiales revisaron meticulosamente a los fanáticos para que no ingresen correas con hebillas metálicas, bebidas alcohólicas, sustancias tóxicas, cadenas ni cualquier objeto que pueda dañar a otra persona. (MAB-FCM) |
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